Frank ya no era el mismo. Había dejado de echarse 3 veces colonia en puntos estratégicos de su cuerpo antes de salir de casa. Ya no se esforzaba al hacer las tortitas. Repo! The genetic Opera ya no era su película favorita. Le seguía pareciendo demasiado pretenciosa la idea de que Los pilares de la tierra fueran un best seller, pero su gato arañaba la silla que él mismo había colocado en el baño para cuando se cansaba de sentarse en el wc. Y lloraba. Pensando en ti. En ellos. Lloraba a mares. Lloraba tanto que se le ponía roja la nariz. Los que le conocían pensaban que lloraba de dolor . Pero él no sabía qué era el dolor, siempre pensó que eso tenía algo que ver con las fracturas de menisco. Reía. Cuando recibía un sms de su operadora preferida reía. Entonces, se encerraba en su cuarto, se ponía la batamanta y veía American Psycho en alta definición. El volumen alto. Pipas con sabor a barbacoa. Siempre fue un hortera. Volvía a llorar, abrazaba a su gato y era entonces cuando entendía que un trío de vientos suena siempre más melancólico, que el Sol no siempre sale desde el mismo lugar y que si vas a coger un erizo de mar tienes que tener mucho cuidado, porque luego las espinas se te meten por dentro de la piel y van bailando al ritmo de Ray Charles por tus dedos. Y eso ya es muy difícil de quitar.
hijo…
molas.
Flipo contigo Sarita! Eres una dulce cajita de sorpresas! 😉
Qué majica Lore!! pero no entiendo por qué, son tonterietas :p
Tonterietas? Me he encariñado con Frank. Como que le entiendo muy bien. Y eso es por lo bien que escribes.
Qué adorable eres Loretilla 🙂
Por cierto, tenía pensado llamarte para este puente, que además viene Gonza a Madrid!! Pero me tengo que ir a Menorca así que esta vez tampoco puede ser… Don’t hate me!