Sociofobia de César Rendueles

No puedo decir que me ha encantado, básicamente porque algunas veces he tenido que volver a leer aquella página que acababa de pasar precisamente porque me costaba quedarme con la idea. Es un buen libro que hay que leer despacio. Demasiada información como para leerlo después de comer cuando tu sangre está ocupada en otro sitio de tu cuerpo. Ofrece otros puntos de vista a este mundo al que nos estamos dirigiendo para muchos apocalíptico, este mundo de escaparate en el que todo es reluciente pero si te acercas un poco huele a pies recién salidos de unos zapatos de uniforme. Es un libro perfecto para leer en sitios públicos y ver de reojo con qué cara te miran los que están a tu alrededor. He tardado un mes en leerlo porque siempre terminaba dejándolo a medias al darme cuenta de que estaba demasiado empanada como para entender al 100% lo que decía, y durante este tiempo, al comentar que lo estaba leyendo con otra gente, siempre ha habido la misma respuesta: “joder Sara”, como si me estuviera esforzando muy fuerte en tener motivos para odiar a la humanidad. Ni mucho menos. Si estoy tan pesada con las críticas a lo que nos estamos convirtiendo es precisamente porque confío mucho en nuestras posibilidades como especie. Es por eso que no me veis criticar a los animales si no adorarlos y bendecirlos, porque ellos dan lo mejor de ellos mismos siempre aunque no sean capaces de crear nanorobots (por suerte). Volviendo al libro, he destacado algunas ideas (porque reseñas hay una infinidad) que me han parecido buenas de cada una de las partes en las que se divide:

En Zona cero. Sociofobia, “El <<sistema mercantil>>, que es la expresón que usa Polanyi para designar la forma en que el mercado ha irrumpido en nuestras vidas, se parece más a los falansterios y a la comunas que a las relaciones sociales convencionales. Es un programa utópico y no, como a veces se dice, la serena consumación de un impulso comercial universal en la especie humana. El mercado libre ni ha existido nunca ni puede llegar a existir. Es una quimera que ha causado una cantidad insólita de sufrimientos. Y, como todas las utopías, es un proyecto fracasado y profundamente contradictorio. Por eso, en el capitalismo realmente existente, el estado interviene constantemente para evitar que el país de nunca jamás del libre mercado se desmorone como un edificio de naipes arrastrando consigo a las élites que se aprovechan de sus falsas promesas.” (Esto creo que me suena).

En cuanto a La utopía digital, confieso que para mí ha sido la peor parte porque lo del copyright la SGAE, el copyleft, la “mente colmena” y todo eso me da mucha pereza, de hecho lo que más me gustó fue un concepto de Montesquieu sobre el papel conciliador del comercio: “La idea del “dulce comercio”, una expresión que acuñó Montesquieu en el siglo XVIII para designar el modo en que los negocios podían fomentar un tipo de relación social superficial, pero amable y serena. Creía que el mercado era una alternativa a las grandes pasiones políticas y religiosas que habían convertido Europa en un inmenso campo de batalla en los inicios de la modernidad” (…) Literalmente dice Montesquieu en Del espíritu de las leyes: El comercio cura los prejuicios destructores. Es casi una regla general que allí donde hay costumbres apacibles existe el comercio, y que allí donde hay comercio hay costumbres apacibles (…) Es una suerte para los hombres encontrarse en una situación en la que, mientras sus pasiones los impulsan a ser malvados, sus intereses los impulsan en sentido contrario” Y a mí esto me recuerda mucho al concepto de no quedar nunca mal con alguien que no sabes si algún día te puede dar un trabajo, aunque sea un completo idiota.
Por último, en Después del capitalismo, la mejor parte para mí, se habla del ciberfetichismo (sería la ideología que nos propone una solución a los problemas de la convivencia y de la acción. Esa solución es Internet. Según el ciberfetichismo, por un lado, Internet nos permitiría una sociabilidad fácil y cómoda, sin costes ni demasiados compromisos, un vivir juntos sin conflictos ni fricciones. El otro está y no está cuando yo lo deseo: me conecto y me desconecto. Por otro lado, Internet nos libraría supuestamente del problema de la acción, porque produce automáticamente ciudadanos activos, es decir, críticos, es decir, políticos) y de la manera en la que el consumo ya forma parte de nosotros mismos, es decir, como utilizamos el consumismo para definirnos a nosotros en relación a nuestro entorno: “El consumismo no es un deseo de adquirir cosas o de hacer ostentación de ellas, sino una forma de estar en el mundo. Somos consumistas porque sólo somos capaces de autointerpretarnos a través de alguno de los aspectos de la compra y la venta. Nuestra comprensión granular de la vida social es un subproducto de la infiltración del mercado en nuestros músculos y nuestras mentes. El consumismo es una forma de interiorización de la desigualdad, en el doble sentido de que la asumimos como parte de nuestra subjetividad y, al mismo tiempo, la ocultamos. Con nuestra sumisión fanática a los escaparates exacerbamos la importancia de nuestras elecciones personales y difuminamos su relación con la desigualdad de clase” y cómo adaptamos todo nuestro ser a la voluntad del sistema “La modernidad líquida es un entorno extremadamente hostil para quienes aspiran a desarrollar una identidad sólida, una subjetividad continua basada en una narrativa teológica. El triunfador del turbocapitalismo es profundamente adaptativo: tiene distintos yoes, diversas personalidades familiares, ideológicas o laborales. Los perdedores también. Los trabajadores migrantes ya no se van a otro país con la idea de iniciar una nueva vida más próspera, sino que diseminan su fuerza de trabajo saltando de país en país siguiendo los caprichosos flujos financieros. Los terapeutas también nos exhortan a aceptar esta fluidez extrema. Quien se aferra a una identidad política, sentimental o moral ya no es ni siquiera un perdedor o un resentido, sino directamente un sujeto patológicamente poco adaptativo. Las metáforas políticas y sociales dominantes de nuestro tiempo tienen que ver con la reticularidad y el fragmento: sociedad red, sistemas distribuidos, mentes modulares”.

PD: «Turbocapitalismo». JEJEJEJE.

3 comentarios en “Sociofobia de César Rendueles

  1. Lo leí hace tiempo y es el mejor libro de crítica a la tecnología que he leído. En especial veo en ese libro un gran acierto el que trate de cosas como que los amigos y familiares (relaciones tediosas pero fuertes) son más importantes que los juegos en red, proyectos colaborativos u otras actividades colaborativas en red en las que, en realidad, no nos relacionamos de verdad porque el objetivo en esas relaciones es sólo pasar un rato entretenido y ya está (se elimina la parte tediosa de las relaciones, pero se hacen más débiles de tal forma que en todas ellas podemos ser sustituidos sin problemas por otra persona). No sé, nada o casi nada he leído de eso, ni más cosas que cuenta este libro, en otros lados donde se critique la tecnología, las críticas se suelen centrar en que nos volvemos más despistados y superficiales o en cómo cambia nuestra forma de leer o razonar (vamos que tantas horas delante del ordenador no es bueno).

    • Sí, totalmente de acuerdo, lo de que se hacen amigos más fácil porque se evitan muchos inconvenientes (como por ejemplo en la vida real tener que hacer que prestas atención cuando en la vida internete puedes limitarte a poner muchos emoticonos xD) es algo que no está suficientemente desarrollado!

  2. Pingback: Libros para matar dragones |

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